Rutina, quiero seducirte cuando te clavas insolente
en las grietas de la inquietud...
Repites lo que no entiende hoy mi vida desatada
sobre un puente derruido.
Sombría en tu pronta vejez, eres ese tramo que evitaba
con la pericia de un ave
y avanzas con tu oscuro limo para retener pasos,
para anclar encrucijadas.
Enseñas la distorsión de tu opaco círculo sinuoso,
serpiente que nunca muda de piel y se asfixia...
Con un hierro de hielo candente marcas tu poder
desde los abismos de la periferia.
Esos abismos plomizos desde el cielo
aunque el día esté despejado
degradados desde el aire como pertinaz moho.
Devuélveme la melancolía, ese furor innominado,
donde los filos rasgan las cortinas del refugio.
Tiemblo en la templanza de ser marioneta en tu olvido
y máscara en tu deseo.
Se oxidan los cantos de los cimientos,
es hora de dejar el ajuar como confusión:
Duerme el espíritu en la anestesia de su invernadero.

Olga Sain
©Derechos Reservados
 

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