Ternura voy a quitarte mi invitación
para retomar otra fuente, otro sendero,
otra semblanza, sin desacuerdos en mi mirada,
la que recrea la inmensidad al asilo del pensamiento,
imagen que voy matizando lentamente.
Esa que quiere volver desde los sepias borrosos de la nostalgia:
Tan lejos ...que ya es enigma.
Tan cerca… que se funde en mi piel como timón de una nave que se dirige al sur.
Y allá el oleaje como único destino, horizonte sin huellas cambiante en su lealtad.
Un rumor quieto de ecos silenciados, presagia otra narración,
la que se va borrando en las ondas del agua.
Ella es como esa madre que cantaba al anochecer
cuando la luna buscaba al niño en su regazo.
Una huella entre sus dedos,
manos de aire,
manos de ausencia,
escondidas lágrimas
y un nombre como caricia desde una oración.
Olga Sain
©Derechos Reservados
para retomar otra fuente, otro sendero,
otra semblanza, sin desacuerdos en mi mirada,
la que recrea la inmensidad al asilo del pensamiento,
imagen que voy matizando lentamente.
Esa que quiere volver desde los sepias borrosos de la nostalgia:
Tan lejos ...que ya es enigma.
Tan cerca… que se funde en mi piel como timón de una nave que se dirige al sur.
Y allá el oleaje como único destino, horizonte sin huellas cambiante en su lealtad.
Un rumor quieto de ecos silenciados, presagia otra narración,
la que se va borrando en las ondas del agua.
Ella es como esa madre que cantaba al anochecer
cuando la luna buscaba al niño en su regazo.
Una huella entre sus dedos,
manos de aire,
manos de ausencia,
escondidas lágrimas
y un nombre como caricia desde una oración.
Olga Sain
©Derechos Reservados
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