Pasé mis labios por tu pecho para lograr lo que anhelaba mi boca;
comencé un juego infinito, interminable y suave
disfrutando cada rincón como tú lo hacías conmigo,
con placer solícito, entregado.
Tu aliento se rompió junto con mi suspiro
mientras mi boca continuó diciendo:
Te pertenezco.

Olga Maria Sain
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