Se humedece la piel en la distancia
y es una suave brasa que cálida conmueve.
Subes hasta mis sienes
y en un impulso bajas y te detienes
a capturar el beso preso de mis palabras
que te mecen y palpan
casi sin que lo alcances a notar.
Son secretos de quien ha aprendido a amar
en silencio y en pausa,
de a ratos, a sorbos
y en sueños de arrebatos que,
cómplices, nos despertarán.
Se humedece la boca con la cercanía
de la inminencia de una vida,
que nos hará milagro, temblor,
quietud final.

Olga Sain
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