Me envuelvo en el mantón de un aforismo tejido de seda
deshilachada, con las polillas acercándose.
Huele a humedad, esa que dejan
los viejos armarios de una casa abandonada.
El axioma es la escritura que forman los pliegues
de la tela adheridos con su liviandad a mi cuerpo,
erguido sobre un espejo colgado en la pared
de un largo pasillo, sin ventanas, sin luz, sin adornos.
Con nada.


Olga Sain
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