Me gustaría quedarme en tu voz
anidada en tus palabras,
meciéndome en tus silencios
sabiendo que ellos
siembran tus madrugadas
de deseos y plegarias.
Quisiera quedarme en tu mirada,
o abrazada entre tus palmas
cuando se juntan pidiendo calma.
Quisiera estar en tus mañanas,
compartiendo desde tu interior
la vorágine de dudas
y el cambio de ropajes
sabiéndonos desnudos los dos
cómplices de los anhelos que callamos
y del beso que nos alcanza al amanecer.

Olga Sain
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