No tomes mi mano amigo, hoy no.
Déjame ir en soledad al destierro de mi misma.
Me arroparé en una austera emoción.
Esas ausencias que piden vacíos para volcarse en ellos
con su letanía de blancas sombras al borde de la noche.
Tiemblan mis arterias el tacto de esa imagen,
una liviana dureza que intenta tocarme.
No tomes mi mano amigo,hoy no.
Es mi destino, mi único cumplimiento el de la sombra,
el de apagados cirios de un tardío homenaje.
Es mi destino, tracé un esbozo que luego la vida
fue completando con extraños renglones
transeúntes del alma cuando dormía.
Si, el alma, esa tenaz inexistencia que acude
cuando se apagan las luces del mundo,
y los fugaces destellos de lo cotidiano
se tambalean en la metáfora del vértigo.
No tomes mi mano amigo hoy, mañana tampoco.
Escríbeme el adiós en el banco de piedra del primer encuentro.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
Déjame ir en soledad al destierro de mi misma.
Me arroparé en una austera emoción.
Esas ausencias que piden vacíos para volcarse en ellos
con su letanía de blancas sombras al borde de la noche.
Tiemblan mis arterias el tacto de esa imagen,
una liviana dureza que intenta tocarme.
No tomes mi mano amigo,hoy no.
Es mi destino, mi único cumplimiento el de la sombra,
el de apagados cirios de un tardío homenaje.
Es mi destino, tracé un esbozo que luego la vida
fue completando con extraños renglones
transeúntes del alma cuando dormía.
Si, el alma, esa tenaz inexistencia que acude
cuando se apagan las luces del mundo,
y los fugaces destellos de lo cotidiano
se tambalean en la metáfora del vértigo.
No tomes mi mano amigo hoy, mañana tampoco.
Escríbeme el adiós en el banco de piedra del primer encuentro.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
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