Siento el amor
Vuelve sediento de ser, de ser más todavía.
Para romper frunces de su vuelo,
para quedarse ingrávido en un nido de niebla.
Aletea como la mariposa en su último minuto,
siendo crisálida de una continuidad.
Ella, la que acaricia las cuerdas de un arpa,
con el vaivén de sus alas, buscando las ondas de un arpegio.
Mientras, dormito en el blanco papel donde quise atraparlo.
La pluma y el tintero se van secando al paso de los días
que me sujetan apenas al extremo de la baranda
de un viejo puente de madera.
¿Siento el amor?
Se acurruca a mis pies para alzarme un minuto
glosando al glaciar que se derrite.
Brilla el sol en el horizonte y mi sombra se inclina
hacia las aguas para perpetuarme en una secreta desembocadura.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
Vuelve sediento de ser, de ser más todavía.
Para romper frunces de su vuelo,
para quedarse ingrávido en un nido de niebla.
Aletea como la mariposa en su último minuto,
siendo crisálida de una continuidad.
Ella, la que acaricia las cuerdas de un arpa,
con el vaivén de sus alas, buscando las ondas de un arpegio.
Mientras, dormito en el blanco papel donde quise atraparlo.
La pluma y el tintero se van secando al paso de los días
que me sujetan apenas al extremo de la baranda
de un viejo puente de madera.
¿Siento el amor?
Se acurruca a mis pies para alzarme un minuto
glosando al glaciar que se derrite.
Brilla el sol en el horizonte y mi sombra se inclina
hacia las aguas para perpetuarme en una secreta desembocadura.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
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