Ponme la manta madre que el sueño se demora
en el refugio de la inquietud.
Una urgencia de ser un minuto más
dejando a un paso el aliento de la muerte.
Pero quizás no es ella la que se inclina sobre mi lecho.
Quizá soy yo buscando huecos en el nido de la ausencia para poder allí seguir tejiendo
una vida sobre el telar concluido
o un nuevo epílogo en el libro de los adioses.
Cobíjame madre, la tempestad va amainando en mi pecho al ras de la intimidad escindida de su esencia
aura que se sumerge en el agua que se evapora.

Olga Maria Sain
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