Demasiados sueños que fingir...
Lianas que no sujetan el peso de un cuerpo que cae,
y la mirada se angosta en un viejo maquillaje seco como arena con la fragancia oxidada.
Está extendido en la mitad de la máscara, la otra es piel quemada por lo inevitable, por el error de falsas premisas, de clavos en las rejas,
donde la cabeza se apoya en el afilado extremo.
Demasiadas esperanzas en un inútil conjuro,
precipitándose en las graderías del sacrificio.
Toma tu extinguida vela e intenta prender la mecha que se ha consumido.
Tal vez su recuerdo te guíe, quizá encienda nuevamente tus ojos...
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
Lianas que no sujetan el peso de un cuerpo que cae,
y la mirada se angosta en un viejo maquillaje seco como arena con la fragancia oxidada.
Está extendido en la mitad de la máscara, la otra es piel quemada por lo inevitable, por el error de falsas premisas, de clavos en las rejas,
donde la cabeza se apoya en el afilado extremo.
Demasiadas esperanzas en un inútil conjuro,
precipitándose en las graderías del sacrificio.
Toma tu extinguida vela e intenta prender la mecha que se ha consumido.
Tal vez su recuerdo te guíe, quizá encienda nuevamente tus ojos...
Olga Maria Sain
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