Escribo a tus pasos que dejaron huellas
en las arena de mi alma,
desgranada por un tiempo de veranos solitarios.
Así deletreo las impresiones convertidas
en fortuitos tropiezos de tu existir;
sin embargo toda la humedad y sal que dejabas
modeló cada relieve como perenne recuerdo.
Deformaste mi realidad en cada paso
y marcaste más de lo que pensaste;
también sabías que una vez corregido tu devenir
volverías a tu camino y pasarías a ser un desvío
o una vaga caída de tu carrera
que bien podía servir para reflexionar sobre tus pasos;
aprendiste a tener los pies firmes
aunque el piso fuera arena
y cada ensayo y error dejó en mí
tus debilidades como marca de vida.

Olga Maria Sain
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