No busques más,
la piel de éste silencio te lo dice
no quedan ni siquiera cicatrices
ni heridas que cerrar.

Me voy, te vas,
tal vez por despintar sepias y grises
en sueños de otro ayer fuimos felices
pero hay que despertar.

Y leo en los cristales de tus ojos
que en aguas del adiós hallaron muerto
a un sol que navegaba entre dos puertos
y estaba destinado a naufragar.

No queda mucho más para agregar
apenas recordar lo bello y cierto,
mirarse el corazón, verse desierto,
sabiendo que el amor se hundió en el mar.

No importa ya
ni cuánto me has querido y cuánto quise,
no importa si los has hecho o si lo hice
ahora ¿qué más da?

Es el final.
No hay flores que bordar ni hay más tapices,
no quedan más semillas, ni raíces,
ni azul primaveral.

Olga Maria Sain
©Derechos Reservados




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