Si un día hubiese yo soñado
que tu tiempo y el mío en éste mundo
pudieran no ser uno,
habría inventado capullos con los besos
que, llenos de dulzor aún nos quedaron
para aplacar con ellos
la tristeza que surge de mis labios.

Si hubiese presentido
que la senda sin ti no se acababa
y que habría de caminarla
perdida en soledad, dolores y nostalgias,
hubiese corrido hasta su meta
para esperarte allí
y vivir la otra vida de tu mano.

Si hubiese intuido o sospechado
que el río de tristísimas orillas
en el que nos amamos,
celoso del amor, suyo te hiciera,
hubiese detenido en un recodo
el pequeño velero
para yacer contigo,
jugando a ser estrellas.

Olga Maria Sain
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