El encuentro

Y un día se encontraron
mi soledad y tus miedos
para formar un mundo
recóndito y secreto.
Y en el bronce de tu risa
-cascabel lisonjero-
destruyendo otro mundo
de hosquedad y silencio.

Y exultantes, felices
desprejuiciados, tiernos,
muy borrachos de vida,
muy ahítos de sueños,
habitamos el mundo
recóndito y secreto
con las manos ansiosas
de acariciar los cuerpos,
las bocas sedientas
de acaparar mil besos
el ansia incontenible
de compartir momentos,
y el raro sortilegio
de detener el tiempo
cuando el amor nos lleva
al éxtasis supremo
-renovado misterio-
de morir en un beso
para nacer de nuevo.

Olga Maria Sain
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