La vio abrirse en la sombra de la calle
como una bienvenida.
En torno suyo estaba todo negro.
Sin estrellas el cielo daba la impresión de un techo
próximo a desplomarse.
El vagabundo sentía la tristeza de su noche
sin hogar, sin su pan y deambulaba
con el aire extraviado de un sonámbulo
por las calles hostiles.
De las casas ningún rumor surgía,
las aceras ahuecaban los pasos
! entre el sueño de todos los humanos,
sólo él iba con su hambre cruel y su dolor despierto!
La vio abrirse en la sombra de la calle
y al mirarla sintió que ya no era
su abandono tan cruel: alguien estaba
también despierto en medio de la noche.
¿ Será hombre, mujer, anciano, adolescente
viejo avaro, febril enamorada?
Ignoraba quien fuese, mas sabía
que otro ser en la noche estaba en vela
y al pensarlo, la calle solitaria
se le antojó que estaba menos sola.
Se detuvo despacio a contemplarla
la ventana distante estaba iluminada
! Cómo tornaban ahora los recuerdos!
se vio niño sentado a la hora de la tarde,
en el suave regazo de su abuela.
se vio joven brioso hablando amor
bajo un cielo tachonado de luceros.
Y así lo fue ganando poco a poco
esa embriaguez de lo pasado,
luego empezó a murmurar razones viejas
y trémulas sus manos se tendían
a la ventana aquella, cual queriendo
asir el alma de su ayer en ella.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
como una bienvenida.
En torno suyo estaba todo negro.
Sin estrellas el cielo daba la impresión de un techo
próximo a desplomarse.
El vagabundo sentía la tristeza de su noche
sin hogar, sin su pan y deambulaba
con el aire extraviado de un sonámbulo
por las calles hostiles.
De las casas ningún rumor surgía,
las aceras ahuecaban los pasos
! entre el sueño de todos los humanos,
sólo él iba con su hambre cruel y su dolor despierto!
La vio abrirse en la sombra de la calle
y al mirarla sintió que ya no era
su abandono tan cruel: alguien estaba
también despierto en medio de la noche.
¿ Será hombre, mujer, anciano, adolescente
viejo avaro, febril enamorada?
Ignoraba quien fuese, mas sabía
que otro ser en la noche estaba en vela
y al pensarlo, la calle solitaria
se le antojó que estaba menos sola.
Se detuvo despacio a contemplarla
la ventana distante estaba iluminada
! Cómo tornaban ahora los recuerdos!
se vio niño sentado a la hora de la tarde,
en el suave regazo de su abuela.
se vio joven brioso hablando amor
bajo un cielo tachonado de luceros.
Y así lo fue ganando poco a poco
esa embriaguez de lo pasado,
luego empezó a murmurar razones viejas
y trémulas sus manos se tendían
a la ventana aquella, cual queriendo
asir el alma de su ayer en ella.
Olga Maria Sain
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