Atascarse en el eje de una ruleta,
lanzar una apuesta a la negación del juego
No queda más que destruir palabras,
que el mutismo y el llanto las cancele
ayer quemé una vida en mi vida,
esos fragmentos que aturden
como erráticos cumplimientos.
Ayer se quebró el armazón,
¿Quién o qué dio un tajo a las cuerdas
de mi deber de títere?
Si, deber,
compromisos,
atadura de emociones,
justicia en el vacío,
verdades que se entrometen.
Un instrumento como deuda ontológica
que hurta la identidad,
donde chirrían los engranajes.
Ayer , me mecí en una hamaca de espinos,
dolor en el rizo enredado,
en un pulso
con el amputado brazo
del oponente.
La conciencia delimita contornos,
eleva columnas,
pero se olvida de las cimas
que circundan las ruinas.
Olga Maria Sain
© Derechos Reservados
lanzar una apuesta a la negación del juego
No queda más que destruir palabras,
que el mutismo y el llanto las cancele
ayer quemé una vida en mi vida,
esos fragmentos que aturden
como erráticos cumplimientos.
Ayer se quebró el armazón,
¿Quién o qué dio un tajo a las cuerdas
de mi deber de títere?
Si, deber,
compromisos,
atadura de emociones,
justicia en el vacío,
verdades que se entrometen.
Un instrumento como deuda ontológica
que hurta la identidad,
donde chirrían los engranajes.
Ayer , me mecí en una hamaca de espinos,
dolor en el rizo enredado,
en un pulso
con el amputado brazo
del oponente.
La conciencia delimita contornos,
eleva columnas,
pero se olvida de las cimas
que circundan las ruinas.
Olga Maria Sain
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