Ordeno en su pronunciamiento
la certeza de ser yo misma,
pero zumba en mi pensamiento
un interrogante que perdió la pregunta;
tal vez era un sofisma,
quizás la paradoja donde me sumerjo,
ese tal vez que recojo
y guardo en mi manga
como el comodín de los naipes.
La acompasada duda
como vaivén de un columpio
es solo un juego iniciático
donde evito pisar
las líneas de mi introspección.
Y vuelvo inevitablemente
al punto de partida
enfrentada entre espejos
de un laberinto
que acabo de inventar.
Mi mente, como aspas de un molino
gira entre vientos sincopados,
a saltos de segundos.
Voy a impugnar el monopolio
de un jaque mate a la vida.
Olga Maria Sain
© Derechos Reservados
la certeza de ser yo misma,
pero zumba en mi pensamiento
un interrogante que perdió la pregunta;
tal vez era un sofisma,
quizás la paradoja donde me sumerjo,
ese tal vez que recojo
y guardo en mi manga
como el comodín de los naipes.
La acompasada duda
como vaivén de un columpio
es solo un juego iniciático
donde evito pisar
las líneas de mi introspección.
Y vuelvo inevitablemente
al punto de partida
enfrentada entre espejos
de un laberinto
que acabo de inventar.
Mi mente, como aspas de un molino
gira entre vientos sincopados,
a saltos de segundos.
Voy a impugnar el monopolio
de un jaque mate a la vida.
Olga Maria Sain
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