Me iría
detrás de un murmullo
desconocido,
o tal vez señalado como ausencia
del recorrido del recuerdo.
Me iría ...
envuelta en una seducción
que nace de mi deseo,
absorta en un secuestro,
un síndrome desconocido
sin límite
como presa fácil,
casi fundida entre cadenas
sumisión donde dormir,
y no pensarme,
no sentirme,
detener mis pies
en el peso del barro de la ladera.
Me iría ...
detrás de cualquier silueta
que aniquilase
dependencias de la libertad,
de sus cansados himnos,
de la voluntad vigilante,
el vigía de la alameda
es ya solo un fantasma,
enquistada su tarea
apenas si le sostiene.
Me iría,
detrás de un soplo de luz
fugaz en mis ojos,
en las redes
de un sendero abandonado,
abrazado a la maleza,
a los espinos, a las ortigas.
Me iría ...
¿detrás de otro morir?
Ese que ayer me entretuvo
cuando el dolor laceraba.
La jerarquía se torna servidora
de la bondad de su vejez,
y se acurruca en el abandono
frente a la puerta de su coraje.
Vieja puerta que se ha cerrado
guardiana de lo que no pudo ser.
Olga Maria Sain
© Derechos Reservados
detrás de un murmullo
desconocido,
o tal vez señalado como ausencia
del recorrido del recuerdo.
Me iría ...
envuelta en una seducción
que nace de mi deseo,
absorta en un secuestro,
un síndrome desconocido
sin límite
como presa fácil,
casi fundida entre cadenas
sumisión donde dormir,
y no pensarme,
no sentirme,
detener mis pies
en el peso del barro de la ladera.
Me iría ...
detrás de cualquier silueta
que aniquilase
dependencias de la libertad,
de sus cansados himnos,
de la voluntad vigilante,
el vigía de la alameda
es ya solo un fantasma,
enquistada su tarea
apenas si le sostiene.
Me iría,
detrás de un soplo de luz
fugaz en mis ojos,
en las redes
de un sendero abandonado,
abrazado a la maleza,
a los espinos, a las ortigas.
Me iría ...
¿detrás de otro morir?
Ese que ayer me entretuvo
cuando el dolor laceraba.
La jerarquía se torna servidora
de la bondad de su vejez,
y se acurruca en el abandono
frente a la puerta de su coraje.
Vieja puerta que se ha cerrado
guardiana de lo que no pudo ser.
Olga Maria Sain
© Derechos Reservados
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