Al intentar arrancar
la locura que le protegía ,
dinamitó la cruz de un exorcismo,
vertiendo alcanfor en la mirada ,
clavó el hedor de bisturí
en las entrañas del lago .
¿Acaso trucó la cordura
como falsificación del alma ?

Y aplauden los comensales,
aquellos que horadan
las esquirlas de su pensamiento,
La clandestinidad le protege ,
cuando se disfraza en su risa
como mueca de sumisión,
¡ qué dulce es la mentira
cuando finge ser delirio !

Luego ... revierte el sueño en vigilia
ese secreto sin gestos ni palabras,
y en él su esencia,
guardada como un tesoro
en un cofre invisible ,
en un planeta inventado ...

Olga Maria Sain
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