Un impulso contradictorio
solloza y ríe encadenado
en una extraña desventura
de rejas que son reflejos.

Me amotiné mil veces
ante el báculo de mi conciencia,
me desnudé con sedas y filos
hasta lo indecible.

Mi alma en carne viva abraza
rescoldos que chispean,
marca el hierro candente
el grito en la garganta.

El dolor casi agónico
lleva el eco a las entrañas
donde la lluvia se filtra
en su intención sanadora.

La tempestad cumple su tiempo,
arrastra despojos,
esperas que se enquistaron,
raídos patrimonios
hurtados al exilio.

Ahora soy aire en el aire,
murmullo en la ribera,
picoteo las manzanas
que han caído al suelo,
bebo el agua que fluye,
mojo mis pies en la escarcha .

He dejado mi nombre guardado
en los restos de un trofeo,
vanidad juega si quieres
con la militancia de sus sueños:
yo me voy por la senda que explora
el ayer con otra mirada,
aquélla.

Olga Maria Sain
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