Al azar, entre concurridas avenidas,
en el murmullo de un mediodía,
- deja que se pierda -
solo es la estela que vas dejando
como una apuesta sin números,
como un naipe aislado sobre una mesa.
El rumor de la ciudad reiterativo
se aísla en una burbuja que finge silencios.
¿Se escucha tu nombre casi desvaído desde una ventana?
Está cerrada, hace tiempo que sus cortinas
no se mueven, nadie se asoma,
la protege el polvo y también la hiere;
recuerdo en ese lugar rumor de risas,
celebraciones, rezos, -eternas despedidas -.
Las palomas anidan en sus cornisas sin que nadie las ahuyente.
Hoy quizás, tibiamente alguien ha escrito algo en los cristales
en el lienzo de su aliento,
unas iníciales, ¿un mensaje?
Y una mano delgada, descolorida
intenta un saludo...
No ... era un reflejo
de una nube lejana.

Olga Maria Sain
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