Infranqueables velos
que acotan una amnistía
del ser para el alma,
del alma para el ser,
místico encierro encriptado,
como trazado de un inconcluso epílogo;
se fueron espesando como raíces en un abismo decorado de teatrillo.
Y no dejan pasar la luz que degrada su color,
azul que se torna en gris, polvo en su telar, tanto tiempo ...
Hermética la ventana no dejó pasar el viento,
no pudo ondularse su liviandad
para sentir latir su tejido, para sesgar requiebros,
contoneos, como velas de un navío...
La vida se enreda en sus pliegues,
mudos señuelos que se reiteran en una extraña fortificación,
bastión de soledades que agonizan
y no mueren,
no duermen,
no sueñan...
Hoy el filo de un puñal
en mi puño intenta rasgarlas,
sin ira,
en trance,
y sangran reyertas,
anhelos en una renuncia,
la libertad en ruinas,
aquella voluntad
de un tímido gesto.
que se sintió esperanza.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
del ser para el alma,
del alma para el ser,
místico encierro encriptado,
como trazado de un inconcluso epílogo;
se fueron espesando como raíces en un abismo decorado de teatrillo.
Y no dejan pasar la luz que degrada su color,
azul que se torna en gris, polvo en su telar, tanto tiempo ...
Hermética la ventana no dejó pasar el viento,
no pudo ondularse su liviandad
para sentir latir su tejido, para sesgar requiebros,
contoneos, como velas de un navío...
La vida se enreda en sus pliegues,
mudos señuelos que se reiteran en una extraña fortificación,
bastión de soledades que agonizan
y no mueren,
no duermen,
no sueñan...
Hoy el filo de un puñal
en mi puño intenta rasgarlas,
sin ira,
en trance,
y sangran reyertas,
anhelos en una renuncia,
la libertad en ruinas,
aquella voluntad
de un tímido gesto.
que se sintió esperanza.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
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