Y si te dijese
No sueltes mis manos, deja que te mire en este azoramiento,
apenas el suspiro se atreve a rozar mis labios y toca mi sonrisa,
esa que tú me contagias, con tus palabras, con tu ironía, con tus muecas,
canturreando, con la invitación a un beso...
Espera : quiero navegar en el fondo de este amor,
volverme fuente de ti, contener la sombra que se apoya en mis hombros,
tu silueta, empujada por un tenue sol, casi dormita en la tarde.
Así se quedó mi vida aferrada al instante, sin el ayer ni el mañana,
sin ni siquiera un presente.
¿Recuerdos?
No, los recuerdos son solo esbozos hoy de una certidumbre,
la que dejaste anclada a mi regazo,
caricia intermitente, cantinela de un caudal
que suena a mis espaldas, un surtidor que se detiene
solo un minuto, un breve minuto para que yo te diga.
Pero el silencio es la afirmación que dejó en tus labios con los míos,
furtivamente, para distraer al tiempo, para borrar las soledades
en un fugaz paréntesis.
La inmensidad siempre recoge el claroscuro de un nirvana.

Olga Maria Sain
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