Inmersos en un mundo de ásperas aristas
convergemos en la maravilla de desearnos.
Y en el mágico instante del encuentro anhelado
sucumbiremos y querremos aún más.
No hay prisa para el que ama:
Sólo destellos de cálida ansiedad.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
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