Hoy no quiero saber quién soy,
buscaré una esquina de mi tiempo para soltar nudos,
deshacer redes;
que los nombres sean solo como el canto de los pájaros:
un sonido en la distancia:
Impugnaré mi sombra, dejaré el barco a la deriva y el timón en las rompientes.
Solo necesito un abrazo para caer sobre su sutileza, como un vacío
que se desvanece.
A veces lo liviano se hace mármol que pesa sobre los hombros,
una estatua inconclusa venerada con impaciencia.
Madre tierra te dejo mi calzado a la orilla el río.
Diles que nunca estuve en esa vereda,
que se detengan un momento solo para olvidarme.

Olga Maria Sain
©Derechos Reservados



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