Que alguien me diga de qué está hecho el cielo.
De sueños, de perdones, de enmiendas, de emociones…
de tantas miradas perdidas y encontradas en él,
de sucesos que no fueron y sí fueron pensados o deseados,
de cantos de pájaros, de sombras de flores que antes de abrirse se cerraron.
Que alguien me cuente de qué se ha formado,
cómo subsiste en el tiempo o es que el tiempo lo ha creado,
serán las imágenes que no nos hemos atrevido a inventar o
los deseos que sólo en ello quedaron sin posibilidad alguna.
De dónde nacen las nubes y sus formas,
será de las memorias de lo que nos lastimó,
de las lágrimas que no se derramaron o las que simplemente se elevaron y aparentemente se perdieron.
Que alguien calle por favor.
Que no me diga de qué está hecho el cielo,
quiero creer que está hecho de mí, de ti
cuando juntos lo miramos sin saberlo y
en él nos encontramos, unidos en una única plegaria de más cielo en nuestra magia.
Y del deseo de encontrarnos también en la tierra.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
De sueños, de perdones, de enmiendas, de emociones…
de tantas miradas perdidas y encontradas en él,
de sucesos que no fueron y sí fueron pensados o deseados,
de cantos de pájaros, de sombras de flores que antes de abrirse se cerraron.
Que alguien me cuente de qué se ha formado,
cómo subsiste en el tiempo o es que el tiempo lo ha creado,
serán las imágenes que no nos hemos atrevido a inventar o
los deseos que sólo en ello quedaron sin posibilidad alguna.
De dónde nacen las nubes y sus formas,
será de las memorias de lo que nos lastimó,
de las lágrimas que no se derramaron o las que simplemente se elevaron y aparentemente se perdieron.
Que alguien calle por favor.
Que no me diga de qué está hecho el cielo,
quiero creer que está hecho de mí, de ti
cuando juntos lo miramos sin saberlo y
en él nos encontramos, unidos en una única plegaria de más cielo en nuestra magia.
Y del deseo de encontrarnos también en la tierra.
Olga Maria Sain
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