Cuando estuvieron frente a frente,
ya no quedaban miedos, ni tules, ni dudas.
Ni un solo prejuicio, ni huellas de destinos, ni ataduras.
Desnudos de toda prisa, de todo temor,
sólo vislumbraban sentir el calor
de sus almas, al fin juntas.

Olga Maria Sain
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