Un presagio se cancela cuando atiendo su llamada,
-ahora no- dice solemne enviando bálsamos a la inquietud.
Yo se que está ahí, bajo mi frente, en mi garganta,
en la incómoda estrechez de mi pecho cuando espero...
Se inunda el alma de tristezas acostumbradas
y su raíz se desprende para abandonarse en el torrente de la crecida.
El lecho del río no refleja mi imagen,
se ampara en su veloz trayecto,
en su torrente que parece buscar lugares donde expandirse.
Arranca tierra y matorrales, arrastra troncos y hojarasca,
seca madera que flota como barcas a la deriva,
hasta que el arco de los puentes las detiene de improviso.
La tristeza late fuerte, se queda y me abraza.
Olga Sain .
©Derechos Reservados
Yo se que está ahí, bajo mi frente, en mi garganta,
en la incómoda estrechez de mi pecho cuando espero...
Se inunda el alma de tristezas acostumbradas
y su raíz se desprende para abandonarse en el torrente de la crecida.
El lecho del río no refleja mi imagen,
se ampara en su veloz trayecto,
en su torrente que parece buscar lugares donde expandirse.
Arranca tierra y matorrales, arrastra troncos y hojarasca,
seca madera que flota como barcas a la deriva,
hasta que el arco de los puentes las detiene de improviso.
La tristeza late fuerte, se queda y me abraza.
Olga Sain .
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