A veces no hay entretiempo.
En ocasiones la lucha continúa.
No hay toalla sino para secarse el sudor.
Y hay que seguir como sea, no hay recreo.
En ocasiones la lección no termina cuando quisieras.
Pero es en esos momentos cuando más crecemos.
Cuando ganamos altura y conciencia.
Con ese caudal de fuerzas que desconocemos,
con esa ternura manifiesta hacia nuestras heridas,
con esa capacidad infinita de recrearnos, de rearmarnos
y continuar sabiendo que somos otros en un mismo cuerpo.
Ahora más sensible, más atento, más formado, menos frágil.
Más vulnerable a nosotros y a nuestros estados.
Reconociéndonos quizás dolidos, temerosos también.
Pero con la mira puesta en nuestros pasos, eligiendo crecer aún más.
Y dar lugar a la vida, en todos los sentidos.
Olga Sain .
©Derechos Reservados
No hay toalla sino para secarse el sudor.
Y hay que seguir como sea, no hay recreo.
En ocasiones la lección no termina cuando quisieras.
Pero es en esos momentos cuando más crecemos.
Cuando ganamos altura y conciencia.
Con ese caudal de fuerzas que desconocemos,
con esa ternura manifiesta hacia nuestras heridas,
con esa capacidad infinita de recrearnos, de rearmarnos
y continuar sabiendo que somos otros en un mismo cuerpo.
Ahora más sensible, más atento, más formado, menos frágil.
Más vulnerable a nosotros y a nuestros estados.
Reconociéndonos quizás dolidos, temerosos también.
Pero con la mira puesta en nuestros pasos, eligiendo crecer aún más.
Y dar lugar a la vida, en todos los sentidos.
Olga Sain .
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