¿Oí el sonido de los secos pétalos de las rosas al caer,
lentamente, sobre el suelo escarchado?
Me acompasa el llanto, ese que se esconde en el pecho
como medroso aliento.
La distracción de un ave me hizo flotar...
Se desprendió una pluma de sus negras alas bailando al son del atardecer.
Y busqué el extremo de mi sombra en el crepúsculo,
adornada con la alegoría de tu mano en mi cintura.
No, solo era el ciprés de la orilla del camino …
La noche derrocha brillo desde la luz de las luciérnagas
a lo largo del sendero junto a la luna que quebrada en el horizonte
deja ver una lejana colina donde un día me llevaste para enlazar promesas.
¿Recuerdas?
El rumor del viento desde los peñascos trae aquellas palabras,
un eco que se distancia
de la soledad,
del recuerdo,
de mi propia redundancia...
Sí, ese deseo de atrapar instantes que ya se cumplieron,
para dejar paso a otras travesías.
Pero el rumbo se empeña en volver al cuarto
donde tus pasos se reiteran, monótonos,
apretados en el refugio al que quiero retornar.
Olga Sain .
©Derechos Reservados
Me acompasa el llanto, ese que se esconde en el pecho
como medroso aliento.
La distracción de un ave me hizo flotar...
Se desprendió una pluma de sus negras alas bailando al son del atardecer.
Y busqué el extremo de mi sombra en el crepúsculo,
adornada con la alegoría de tu mano en mi cintura.
No, solo era el ciprés de la orilla del camino …
La noche derrocha brillo desde la luz de las luciérnagas
a lo largo del sendero junto a la luna que quebrada en el horizonte
deja ver una lejana colina donde un día me llevaste para enlazar promesas.
¿Recuerdas?
El rumor del viento desde los peñascos trae aquellas palabras,
un eco que se distancia
de la soledad,
del recuerdo,
de mi propia redundancia...
Sí, ese deseo de atrapar instantes que ya se cumplieron,
para dejar paso a otras travesías.
Pero el rumbo se empeña en volver al cuarto
donde tus pasos se reiteran, monótonos,
apretados en el refugio al que quiero retornar.
Olga Sain .
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