No puedo darte todo lo que mereces.
No manejo mis emociones. Ni la tristeza. Ni la dicha.
Soy en función de ellas, siempre, son mi alma enunciándose.
Mi guía. Pero de lo que puedo darte, de lo que elijo desde mi esencia compartirme, recibirás lo mejor.
El todo de mis partes. Lo más sublime.
Porque en cada relación, uno emite, irradia, dona, entrega.
Se deja llevar por esa marea interna que despierta y a veces arrebata.
Confunde los sentidos, nubla al egoísmo (maravillosamente)
y da en forma consciente lo que aún no reconocemos así.
Por ello, cuando llega alguien que nos conmueve,
nos sacude desde el piso hasta nuestras sienes,
nos desdibuja de antiguos trazos y a nuevos nos invita,
nos re-crea, nos re-funda, nos estimula a vernos distintos
porque somos diferentes en cuanto ese ser entra a nuestra vida.
¡ Entonces, vibra! Deja latir el corazón a su ritmo.
A la razón, invítala al rincón para que lea un libro.
Y no interfiera.
Vuelve a crear quimeras y enciéndelas.
Descúbrete en ese nuevo tiempo que tú inventas.
Y da sin medir. Libre. Porque así y sólo así, se vive.
Cuando llega alguien que nos conmueve, nos mueve
y nos transporta, déjate llevar desde donde puedas
jamás temiendo la derrota, pero siempre, siempre,
cerrando los ojos a la historia pasada
y abriendo estupendamente los del presente.

Olga Sain .
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