Huele a tristeza callada en el silencio del parque.
Tímidamente acurrucada a la intemperie se vuelve tosca en su espera.
De los niños en sus juegos intenta recoger las voces
que antes la alborotaban, de un ayer despejado de sombras,
de la bruma gris de la dejadez...
Fiel a su destino envejece lentamente en la corteza de los árboles,
en la debilidad de los brotes adormecidos de los altos plátanos
cansados de querer atrapar el cielo,
muriendo orgullosos en su obligada lozanía.
La fuente mana adormecida chorros intermitentes,
y el viento a veces juega con ellos para despertarlos.
Hay huellas de desconsuelo pintadas en la calles
Ansiedad de muerte prematura, duda como ancla
para detener el gesto.
Huele a tristeza callada su figura en la soledad del parque..
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
De los niños en sus juegos intenta recoger las voces
que antes la alborotaban, de un ayer despejado de sombras,
de la bruma gris de la dejadez...
Fiel a su destino envejece lentamente en la corteza de los árboles,
en la debilidad de los brotes adormecidos de los altos plátanos
cansados de querer atrapar el cielo,
muriendo orgullosos en su obligada lozanía.
La fuente mana adormecida chorros intermitentes,
y el viento a veces juega con ellos para despertarlos.
Hay huellas de desconsuelo pintadas en la calles
Ansiedad de muerte prematura, duda como ancla
para detener el gesto.
Huele a tristeza callada su figura en la soledad del parque..
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
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