En los semáforos rojos
él pide unas monedas
su sonrisa es ciega
como mirada de anciano,
las manitos tiemblan
pues saben del rechazo
de transeúntes, autos
que se desplazan raudos
apretando los pasos
mirando hacia otro lado
como si la miseria manchase.
Y así pasan las horas, los días,
las nubes, su niñez.
El continúa allí,
extendiendo su mano
con sus ojos de anciano
con algunas monedas
que esconde en sus harapos.

Olga Maria Sain
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