Ahora con tu madurez me dices que el pasado no retorna.
¡Qué fastidio!
Aunque lo niegue, me repugnas.
En todos los años juntos dejamos de contar minutos,
horas, números, fracciones, que si los sumamos no llegan a un día.
Tan estable fue nuestra monotonía que se volvió pereza.
No te pido que me des la razón.
Hace mucho este amor es el pan que digerimos sin alimentarnos.
Tu dolor es mi dolor, causante de la muerte de la esperanza.
Tu fuerza se vistió de cobardía.
No tuviste ni tuvimos el valor de decirnos la verdad.
Y llegó el final.
Irremediablemente.

Olga Maria Sain
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