El cuerpo se agota, sucumbe a la derrota
de las distancias marcadas.
Pero las almas no entienden de ello,
se buscan, se reclaman, persisten
y se traban en un abrazo desmedido
bebiéndose el infinito,
convirtiendo en caricias
las llagas de quienes,
deseándose,
no se alcanzan
y despiertos en las madrugadas silenciosas,
se encuentran.

Olga Maria Sain
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