Somos pasajeros de un viaje en el que cada uno va
creando su paisaje, va inmerso en él,
sin bajarse, sin saber cuándo será la despedida.
Pasajeros de un tren que no tiene tiempos y sí
infinitos climas y profundos misterios.
A veces vamos sintiéndonos dueños y otras aprendices
en ésto de andar forjando cicatrices a medida que sanamos
y que hayamos nuestras formas de viajar.
Algunos con mucho equipaje, otros más livianos
por haber aprendido a soltar.
Mirando por la ventanilla algunos, otros enmarañados por corridas
en los pasillos queriendo llegar al primer vagón para ver:
Qué queda del viaje, qué se aproxima, qué llegará.
Voy sentada en mi lugar. Cierro los ojos del mirar
y con el alma bien despierta voy aprendiendo cada día a viajar.
Comprendí que tengo la dicha de saberte a mi lado.
A veces me levanto o te levantas
y caminamos quizás en distintos tramos.
Pero sé que pase lo que pase, túneles, tormentas, noches,
adelantos o retrasos, vamos en el mismo tren.
Sonriéndonos al saber que ya no viajamos solos.

Olga Maria Sain
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