Un ritual en los labios,
sonrisa que no sabe si es mueca o costumbre.
Que pases una buena noche, que tengas un feliz día.
Un ritual que navega en su viejo cascarón,
con el mástil apuntalado, las velas en jirones y el timón a la deriva.
A veces se torna inhóspito el saludo como mantra que busca su lugar.
Afirmo su sinceridad pero ayer también era un día preludio de finales,
y el ayer del ayer...
¿Qué decir de mañana y del mañana de mañana?
Mimetizo palabras en el tic tac de un reloj que ya no suena,
que ya no quiere medir el tiempo que transcurre,
que se demora y precipita a saltos sin medida
disimulado en un pulso que se ha detenido.
Mientras la vida avanza con su sinuosidad
unas veces con luz, otras en la oscuridad.
La vida que en ocasiones es una proyección de su significancia.
Hacemos abstracción de su propia consecuencia
y olvidamos que somos actores en su trayecto.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
Que pases una buena noche, que tengas un feliz día.
Un ritual que navega en su viejo cascarón,
con el mástil apuntalado, las velas en jirones y el timón a la deriva.
A veces se torna inhóspito el saludo como mantra que busca su lugar.
Afirmo su sinceridad pero ayer también era un día preludio de finales,
y el ayer del ayer...
¿Qué decir de mañana y del mañana de mañana?
Mimetizo palabras en el tic tac de un reloj que ya no suena,
que ya no quiere medir el tiempo que transcurre,
que se demora y precipita a saltos sin medida
disimulado en un pulso que se ha detenido.
Mientras la vida avanza con su sinuosidad
unas veces con luz, otras en la oscuridad.
La vida que en ocasiones es una proyección de su significancia.
Hacemos abstracción de su propia consecuencia
y olvidamos que somos actores en su trayecto.
Olga Maria Sain
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