Se van las almas como ahuyentando plumas,
arrancando el engranaje desde sus orígenes.
El fuego enraizará aún más su olvido bajo la tierra.
Mañana lo silvestre conquistará ese territorio
y acotará murmullos entre sus suaves pétalos.
Se van los olvidos del frágil hilo de la nada,
cuando todavía sueña vertebrarse en un azar
claroscuro diseñando quimeras
entre los bucles de una silueta en la escarcha.
¿Quién pronunció aquél nombre, metáfora de su esplendor?
Un rayo fugaz entre la lluvia, empapando el mosaico
donde habitan los pasos perdidos de una sutileza,
escondida locura en las graderías de la rebeldía.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
El fuego enraizará aún más su olvido bajo la tierra.
Mañana lo silvestre conquistará ese territorio
y acotará murmullos entre sus suaves pétalos.
Se van los olvidos del frágil hilo de la nada,
cuando todavía sueña vertebrarse en un azar
claroscuro diseñando quimeras
entre los bucles de una silueta en la escarcha.
¿Quién pronunció aquél nombre, metáfora de su esplendor?
Un rayo fugaz entre la lluvia, empapando el mosaico
donde habitan los pasos perdidos de una sutileza,
escondida locura en las graderías de la rebeldía.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
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