Siempre tengo cerca y aferrado a mí un manojo de sueños.
Mi alma se amarra a ellos como si fuesen globos.
Algunos suben solos como apurados por alcanzar el cielo.
Son los que están para enseñarme a elevar la mirada y creer.
Ver el vuelo y entender la libertad.
A otros en cambio los libero.
Suave derrotero el que les espera, habiendo sido sueños de otras horas.
Y vuelvo a mi manojo, lo aprieto entre mis dedos.
Sé con cuáles podré hoy y quizá mañana,
con cuál de ellos emprenderé mi propio vuelo.
Y con cuál me dejaré llevar cuando el sueño elija por mi.
Volviéndome un poco niña y totalmente feliz.

Olga Maria Sain
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