Tu recuerdo lentamente palidece en mi memoria
como canto religioso grave y puro que desmaya
una música solemne cuyas notas
que llenaban el silencio de las naves,
una a una se deslizan levemente entre las sombras
como rayos luminosos que se afinan y se apagan.
Tu recuerdo lentamente palidece en mi memoria
y se esfuman y se borran los detalles de tu imagen
el reflejo de tus ojos, la sonrisa de tu boca
y aquél gesto de tu mano que la idea completaba,
Tu cuerpo y el sonido de tus frases ingeniosas
el matiz de tu mirada, tu expresión y tu persona.
Eco a eco, nota a nota, son a son, como música sagrada
tu recuerdo lentamente de desarma en mi mente, en el alma
y se borra su contorno tan viviente, recortado
sobre el fondo gris oscuro de la ausencia, en otras horas.
Vas muriendo dulcemente, vas muriendo lentamente,
y sucede sin sentirlo, sin saberlo,
entre tules misteriosos del olvido y de la sombra.
Quiero alzarte del olvido que te cubre,
y arrancarte de la noche de mi alma
de la oscuridad fría y sin aurora que te envuelve lentamente
y con fauces de silencio te devora,
quiero alzarte del pantano del olvido
recortando tu silueta sobre el fondo gris oscuro de mis horas.
pero solo alzo el remedo de tu imagen que distingo vanamente.
Te sacudo del olvido, de la ausencia aplastadora.
Inexistente, ya no vuelves a la vida
del recuerdo luminoso en la luz de mi memoria.
Y te arrojo nuevamente, fatigada de mi esfuerzo
al pantano inquieto, inmenso del olvido
que uno a uno nuestros sueños, nuestras ansias aprisiona.
Y el pantano suavemente te sumerge
en sus aguas mansas, turbias y verdosas
y se cierran sus espejos y se bruñen sus metales
para siempre, para siempre
sobre el cuerpo fallecido en mi memoria.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
una música solemne cuyas notas
que llenaban el silencio de las naves,
una a una se deslizan levemente entre las sombras
como rayos luminosos que se afinan y se apagan.
Tu recuerdo lentamente palidece en mi memoria
y se esfuman y se borran los detalles de tu imagen
el reflejo de tus ojos, la sonrisa de tu boca
y aquél gesto de tu mano que la idea completaba,
Tu cuerpo y el sonido de tus frases ingeniosas
el matiz de tu mirada, tu expresión y tu persona.
Eco a eco, nota a nota, son a son, como música sagrada
tu recuerdo lentamente de desarma en mi mente, en el alma
y se borra su contorno tan viviente, recortado
sobre el fondo gris oscuro de la ausencia, en otras horas.
Vas muriendo dulcemente, vas muriendo lentamente,
y sucede sin sentirlo, sin saberlo,
entre tules misteriosos del olvido y de la sombra.
Quiero alzarte del olvido que te cubre,
y arrancarte de la noche de mi alma
de la oscuridad fría y sin aurora que te envuelve lentamente
y con fauces de silencio te devora,
quiero alzarte del pantano del olvido
recortando tu silueta sobre el fondo gris oscuro de mis horas.
pero solo alzo el remedo de tu imagen que distingo vanamente.
Te sacudo del olvido, de la ausencia aplastadora.
Inexistente, ya no vuelves a la vida
del recuerdo luminoso en la luz de mi memoria.
Y te arrojo nuevamente, fatigada de mi esfuerzo
al pantano inquieto, inmenso del olvido
que uno a uno nuestros sueños, nuestras ansias aprisiona.
Y el pantano suavemente te sumerge
en sus aguas mansas, turbias y verdosas
y se cierran sus espejos y se bruñen sus metales
para siempre, para siempre
sobre el cuerpo fallecido en mi memoria.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
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