Compañero mío, hoy quiero que me ayudes a dirigir mis pasos por la pradera hacia el pantano,
para que la noche vaya aplacando mis lágrimas,
por la herida de mi venas corren hiel y sangre
de dolor vacío de esperanzas.

Un duelo sin contrincante, una contienda contra mi voluntad, ella como el águila, la rendición como presa.
La sombra se agrieta en la arcilla cuando la lluvia
intenta arrancarle semillas.

Hoy quiero que entierres bajo los árboles la sobriedad
que voy desmenuzando con el hambre en las entrañas.
Un atajo en la búsqueda del ayer:
Arena y ceniza en el cerco de la tierra
donde mi voz es el recinto que orienta mi ceguera.

Olga Maria Sain
©Derechos Reservados



Comentarios