Madre,
búscame una sonrisa,
un contagio de tu simpatía,
de tu vocación de ser,
sin más, sobre lo que llaman vida.
Tiempo de vida, de lucha tantas veces.
De vez en cuando,
un alto festivo suavizando sus avatares.
El sol entrando por la ventana
después de la tormenta.
¿No recogí la herencia que me otorgaste?
Esa aparente simplicidad,
- un vestuario de perchas vacías -
la seriedad de un amor
que buscaba compañeros,
complicidad de una ternura
más allá de tus nombres:
hija
hermana
esposa
madre
cuidadora
abuela
amiga...
¿Y la mujer?
Esa solo te pertenecía
en el caudal de la mirada
cuando callabas,
casi escondida en ti misma.
Madre,
búscame una sonrisa...
Que se parezca a la tuya.

Olga Maria Sain
©Derechos Reservados



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