El cielo se duerme en el estanque quieto.
Se abren las puertas a la libertad nocturna
en la mezcla de sombras anidadas, amorosas, tiernas
para capturar la expansión de música y sonido que alimentan el alma.
Cayeron notas en el fondo de los poros
de su piel inmediatamente después de desaparecer.
Invisible para ella.
Cualquiera podía verla lejana, pequeña, vacilante,
como una llama en la oscuridad.
Con el encanto de su naturaleza ambigua
impresa para siempre en la cara de la luna.

Olga Maria Sain
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