En el remanso, en la orilla de un tranquilo arroyo,
me envuelvo en un nuevo vestido de fiesta.
¿Son las hojas pintadas de otoño que van cayendo
con su trazo de vaivenes,
trayendo adormecidos saludos desde los abedules?
¿Es el agua que llega bendecida por las piedras
donde se muestra sinuosa entre reflejos del sol tras de las nubes?
¿Es tu voz timbrada de sueños, jugando a ser remolino del aire,
tenaz siseo que busca silencios que se despiertan
muy cerca de mis espaldas imitando trinos de jilgueros?
Mi vestido de fiesta tiene aromas de rocío en su tela,
hojarasca bordada en sus frunces,
reflejos del atardecer desde el espejo del agua
que fluye sobre el retorno de adioses que son bienvenidas.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
¿Son las hojas pintadas de otoño que van cayendo
con su trazo de vaivenes,
trayendo adormecidos saludos desde los abedules?
¿Es el agua que llega bendecida por las piedras
donde se muestra sinuosa entre reflejos del sol tras de las nubes?
¿Es tu voz timbrada de sueños, jugando a ser remolino del aire,
tenaz siseo que busca silencios que se despiertan
muy cerca de mis espaldas imitando trinos de jilgueros?
Mi vestido de fiesta tiene aromas de rocío en su tela,
hojarasca bordada en sus frunces,
reflejos del atardecer desde el espejo del agua
que fluye sobre el retorno de adioses que son bienvenidas.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
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