Se deslizaba el presagio a hurtadillas de su alarma,
palabras, sensaciones al azar,
una distracción en los andenes,
-mientras él subía a su largo viaje
yo miraba al horizonte con su maleta a mi lado -
El tren se fue alejando casi flotando en la niebla.
La primavera me retuvo en su paleta de colores,
casi hechizada en un retén de amantes rutinas.
Se deshizo el soñar en claves extrañas,
luego aderezó somnolencias sobre las señales.
La muerte-compañera,
la muerte-madre se acercaba con olor a setiembres,
con plenitud de vida, con luz de incógnito.
El lo sabía, no dijo nada,
me llevó a otras sendas como en un primer noviazgo,
mientras le miraba la sonrisa y el acomodo de sus manos,
yo dije: -Canto de cisne -
Ausentándome de esas palabras.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
una distracción en los andenes,
-mientras él subía a su largo viaje
yo miraba al horizonte con su maleta a mi lado -
El tren se fue alejando casi flotando en la niebla.
La primavera me retuvo en su paleta de colores,
casi hechizada en un retén de amantes rutinas.
Se deshizo el soñar en claves extrañas,
luego aderezó somnolencias sobre las señales.
La muerte-compañera,
la muerte-madre se acercaba con olor a setiembres,
con plenitud de vida, con luz de incógnito.
El lo sabía, no dijo nada,
me llevó a otras sendas como en un primer noviazgo,
mientras le miraba la sonrisa y el acomodo de sus manos,
yo dije: -Canto de cisne -
Ausentándome de esas palabras.
Olga Maria Sain
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