El cielo encapotado ...desde lejos
las nubes semejaban en la altura
una pesada sombra de amargura
que amontonara sus rencores viejos.

De pronto despidieron sus reflejos
los relámpagos plenos de bravura
y en la serenidad de la llanura
hubo lamentos de angustiosos dejos.

El viento huracanado prepotente
azotaba con ímpetu, inclemente
los árboles, las flores, los trigales

y al mágico conjuro de unos cantos
la lluvia desató sobre los campos
sus canillas de chorros torrenciales.

Olga Maria Sain
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