A veces no hay entretiempo.
En ocasiones la contienda continúa.
No hay toalla sino para secarse el sudor.
Y hay que seguir como sea, no hay recreo.
En ocasiones la lección no termina cuando quisieras.
Pero es en esos momentos cuando más crecemos.
Cuando ganamos altura y conciencia.
Con ese caudal de fuerzas que desconocemos.
Con esa ternura manifiesta hacia nuestras heridas.
Con esa capacidad infinita de recrearnos, de rearmarnos.
Y continuar sabiendo que somos otros en un mismo cuerpo.
Ahora más sensible, más atento, más formado, menos frágil.
Más vulnerable a nosotros y a nuestros estados.
Reconociéndonos quizás dolidos, temerosos también.
Pero con la mira puesta en nuestros pasos, eligiendo crecer aún más.
Y dar lugar a la vida, en todos los sentidos.

Olga Maria Sain
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