Ni una menos.

Allí donde el sol no brilla,
donde sus rayos, aunque poderosos no llegan.
En esos lugares íntimos,
donde los enamorados descubren el placer
y después no pueden evitar volver.
Lugares delicados como pétalos,
hogares de amor y pasión ardiente.
Dignos de respeto, de caricias,
a menudo supuestos, pero violentamente hecho propios.
Pétalos de rosas acercan la oscuridad
Y el placer se transforma en lágrimas.
La pasión, en violencia,
El amor en odio.
Sentimiento estéril.
Se perdió la pureza a causa de una actitud injustificada e injustificable.
Castigada, pero pronto libre.
O en el peor de los casos que pasa desapercibida.
Mientras que por otra parte,
la víctima, asustada, no logra creer más.
No conseguirá más confiar, amar en total libertad, evitar el miedo, redescubrir su autoestima o volver a enamorarse.

Y tú,
fuerte en tus actitudes,
vas caminando con la cabeza alta,
perpetuado en tus actos violentos.
Te envaneces de tu hombría, te sientes orgulloso.
Pero recordarás sus maneras de hacer,
que silenciosamente, te han marcado.
Ser despreciable.
Carente de corazón.

Olga Maria Sain
©Derechos Reservados



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