Piernas lisas. Piel cándida, pura.
La circulación de la sangre se detiene y en su interior, frías, inertes, pálidas, ya ella no fluye.
En el exterior y en posición embrionaria sobre una sábana blanca, enorme quedan abrazadas, sin vida,
una junto a otra pero no se tocan.
Pies morados al igual que los dedos, debajo de las uñas la sangre se ha coagulado ya.
Helados, muertos.
Visión cruda. Trágica. Espantosamente real.
En este último lugar de encuentro yacen también flores que solitarias, aroman la nada.
Y el recuerdo de un amor infiel,
ardiente, húmedo, estremededor, al alcance de unos pocos.
Un amor traicionado,
al que se le ha reservado un postrero saludo, distinto,
que, silenciosamente, grita en la ausencia
de esta vida terrenal.
Descontento.
Difícil encontrar el amor en otro lugar.
Amor subestimado ha terminado sus días.
Amor arrepentido, te has perdido.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
En el exterior y en posición embrionaria sobre una sábana blanca, enorme quedan abrazadas, sin vida,
una junto a otra pero no se tocan.
Pies morados al igual que los dedos, debajo de las uñas la sangre se ha coagulado ya.
Helados, muertos.
Visión cruda. Trágica. Espantosamente real.
En este último lugar de encuentro yacen también flores que solitarias, aroman la nada.
Y el recuerdo de un amor infiel,
ardiente, húmedo, estremededor, al alcance de unos pocos.
Un amor traicionado,
al que se le ha reservado un postrero saludo, distinto,
que, silenciosamente, grita en la ausencia
de esta vida terrenal.
Descontento.
Difícil encontrar el amor en otro lugar.
Amor subestimado ha terminado sus días.
Amor arrepentido, te has perdido.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
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