Mirarse a los ojos da miedo, mucho miedo,
porque se cruza la puerta para asomarse al alma,
los ojos no mienten y te pueden enamorar en un instante.
Mirarse así es como estar desnudos el uno frente al otro,
donde incluso si no hablas, cuando todo es silencio,
puedes decir y entender muchas de esas cosas que,
ni el cuerpo ni la voz, pueden hacerte sentir.

Olga Maria Sain
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